domingo, 11 de marzo de 2012

Nuestro satélite, la Luna.

Estas últimas noches me ha llamado especialmente la atención la Luna, hacia mucho tiempo que no la veía tan grande y tan bonita, por eso me ha entrado la curiosidad y he buscado acerca de ella, os dejo esta entrada para aquellos enamorados de la luna, espero que os guste.



El origen de la Luna no está claro. La teoría mas aceptada, es la que plantea que la Luna se originó tras el choque de un planetoide del tamaño de Marte, la mitad de la Tierra, contra nuestro planeta. Tras el choque el material desprendido entró en órbita alrededor de la Tierra compactándose poco a poco hasta formar la Luna. Este hecho, un auténtico cataclismo debió suceder poco después de la formación de la Tierra hace 4.500 millones de años. La composición de la Luna es similar a la de las capas exteriores de nuestro planeta lo cual refuerza esta teoría.

Hay científicos que defienden que ambos cuerpos se formaron de forma separada y que fue la Tierra la que la capturó gravitatoriamente hasta convertirla en su satélite.

Otras teorías son que la luna se formo en una zona mucho mas lejana de la Tierra y posteriormente fue atraída por ésta, aunque la mayoría de astrónomos creen que es poco probable que nuestro planeta pudiera atraer con tanta fuerza el un cuerpo semejante, en todo caso habría producido una desviación en su trayectoria.

Otra teoría es que ambos astros se formaron a la vez, la Luna se habría formado por distinto fragmentos sueltos que se encontraban en la órbita terrestre. Pero esta hipótesis no explicaría sus diferencias, por ejemplo en cuanto a los materiales de que se componen.




Si estuviéramos en la Luna, lo primero que nos chocaría respecto de la Tierra sería el extraño color del cielo diurno, nada de cielos azules, sobre nosotros se extendería un firmamento completamente negro sembrado de millones de estrellas, nítidas y sin el más mínimo centelleo, a pesar de la luz que nos llegaría del Sol.

Este fenómeno se produciría por la ausencia de atmósfera en la Luna. La superficie de la que podríamos despegar fácilmente con pequeños impulsos, presentaría un brillo deslumbrante en los lugares iluminados y una oscuridad intensa y sin medios tonos en las sombras.

Nuestra casa, la Tierra, la observaríamos sobre el horizonte cuatro veces más grande que cómo vemos la Luna. En el cielo lunar la Tierra no sale ni se pone, sino que permanece en el cielo casi inmóvil. Esto es consecuencia de la particularidad de la Luna que dirige hacia la Tierra siempre la misma parte de su superficie.

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La Luna tiene una estructura parecida a la de la Tierra, posee un núcleo formado por elementos como el hierro, pero es muy pequeño, de unos 700 kilómetros de diámetro de lo que se deduce su baja densidad media. Sobre él se extiende el manto. La capa más superficial es la corteza, de 60 kilómetros de profundidad.

A simple vista, en su superficie se distinguen zonas claras y otras oscuras, las primeras denominadas tierras, aparecen cubiertas casi en su totalidad por cráteres. Las regiones oscuras denominadas mares aparecen lisas y se cree que surgieron por las coladas de lava de origen volcánico.

Las rocas lunares recogidas en la misión Apollo son de tipo basáltico un material que en la tierra se encuentra en las arenas volcánicas por lo que se cree que en la Luna tuvo una actividad volcánica hace tan solo 900 millones de años.


La atracción que ejerce el Sol sobre nuestro planeta es de una magnitud inferior a la que ejerce la Tierra sobre la Luna. Aunque la masa de nuestra estrella es mucho más grande (27 millones de veces más masivo que la luna) estamos a una distancia muy superior que la que nos separa de la Luna (390 veces más lejos).

La Luna está capturada por la gravitación de la Tierra. Para que un objeto sea captado por otro, existe una relación entre la distancia, la velocidad relativa, y la masa de los dos objetos que determina si el objeto menos masivo será atraído hasta colisionar con el otro, si conseguirá obtener una órbita estable más o menos excéntrica, o si tendrá suficiente energía como para escapar a la atracción.


Han transcurrido 31 años desde que la tripulación del Apolo 11 trajo a la tierra varias rocas lunares. Ahora una de ellas está atrapada en una complicada órbita judicial para determinar a quién pertenece. El fragmento de roca, de unos 3.900 millones de años y con un valor en el mercado de cinco millones de dólares, es objeto de una disputa entre un empresario y el Servicio de Aduanas de EEUU, ante un tribunal de Miami.

El gobierno de Honduras, reclama la piedra como suya después de que la administración del expresidente Richard Nixon la obsequió a su homólogo hondureño, elgeneral Oswaldo López Arellano, en 1973. Estos fragmentos fueron presuntamente robados de la Casa Presidencial de Honduras.

El fragmento lunar fue confiscado al empresario estadounidenseAlan Rosen cuando intentaba venderlo a agentes de Aduanasencubiertos que participaban en la denominada Operación EclipseLunar, en 1998.

El pequeño fragmento de roca lunar, que mide aproximadamente 12milímetros de largo y pesa 1,142 gramos, llegó a la Tierra junto conotras piedras en diciembre de 1972 y el laboratorio de la NASA enHouston (Texas) procedió a analizarlas.

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